jueves, 24 de marzo de 2016

Malviajes de sobriedad. I

A dos años del nuevo inicio
¿yo? sigo siendo el mismo;
más roto, perdido y viejo,
e infinitamente más triste.
Que todo está en la mente,
que falta simple voluntad.
"No hay nada malo contigo:
Hace falta quererte más."
Pues, ¿cómo pueden asegurarlo?
¿Habrán nadado en mi interior
saludado de mano a los bestias,
bebido sendos tragos de licor
con mis demonios a cuestas?
Tortura es, sin duda alguna
mi fascinación con un pasado
que me esfuerzo en reescribir.
¿Qué fue de las memorias
que hablan de inocencia perdida?

Eternas preguntas,
Condenas sin tregua,
Y cadenas forjadas
con mis propias palabras.

No pretendo excusarme
de mis amados predicamentos.
Mas escribo, hablo en vano,
sin voz ni entendimiento
de la salvación prometida
por distintos juramentos;
en bocas ajenas dados
sin afanes de suicidio;
siempre bien intencionados,
pero tan ciegos como yo mismo.

Espero un tren sin horario
sobre rieles infinitos;
¿llegarán algún día sus faros
a romper el cielo límpido?
Si sus aires de carbón
pudieran cenegar mi alma
no precisaría de alcohol,
de rimas, prosa o lágrimas
pues en su turbio anochecer
podría encontrar mi alma
(confundida entre cenizas,
gatos nocturnos y damas
ofreciendo sus amores
por la muerte asegurada
del legado venusino
carcomiendo sus entrañas).

Versos irreales, sin sentido,
carentes de métrica y sabor;
no conozco otra manera
de vaciar mi corazón
e intentar, quizá en vano
- como tantas otras noches -
acallar el tan sombrío
silencio que me acoge
cuando las luces se apagan
y me quedo a esperar

esperar

esperando
el tren hacia la nada

cuyo pase
no me he atrevido
a comprar.

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