martes, 29 de enero de 2013

Sin título #28

Cielo gris, color de acero,
Neón apagado por mis lágrimas.
Plegaria suicida a un titán ciego:
"Mata el dolor, haz que se vaya";
Clamo por ti, dios olvidado,
Perpetuo caos del placer y el amor;
¡Oh! Tú, Enviado supremo,
Cruel tentadora y dulce pasión,
Cuna de risas y fiel vengador,
Señor de la idea, el Verbo, el perdón.
Con tácita, cruel indiferencia me olvidas,
Enviando mi ser a tu irremisible pesar,
Hormiga en tu bota, mancha en tu camisa,
¿Qué más he de ser, cómo me has de ignorar?
Si hubiera un instante - ¡qué digo, un segundo! -
En que tus ojos hipócritas dejen de velar,
Haría en tu honor un altar de heces
De vino apurado en sacrílega paz;
Sacrificios en Tu nombre mancillando el bronce
En muslos de vírgenes perpetuas sin luz,
Bebiendo aquellos fluidos sin nombre
Que colman al hombre de orgasmo y quietud.
Si la copa ha de romperse en tu lecho,
¡He de beberla antes del ocaso!
¡Te niego el último tributo anhelado:
Sumisión, obediencia y confianza sin par!

Porque hijo de hombre, he sido maldito
E hijo de hombre, así me encontrarás,
Empuñando la espada contra tu amado sino
Y olvidando que de tu gracia hemos caído,
Pues solo nos queda ganarnos el pan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario