miércoles, 13 de julio de 2011

Del inútil arte de la poesía.

¿Que las palabras son vida?
Inútil arte de la poesía, que nada cambia,
Dibujando un amanecer con el rojo crepuscular,
O desmintiendo a las olas al romper contra la playa:
No son ondas, tan sólo lamentos de las aguas'.

De la verdad ni una palabra se asoma
Entre frases poéticas y metáforas,
Cada una de dichas ideas enlazadas
Da fe de mi ignorancia de las cosas.

En verdad, la vana esperanza de la poesía
Es encontrarse a sí misma entre sus alas.
Belleza inútil, sin duda,
La recreación de las formas sinuosas
Del amor ciego. Es así como, tú,
Musa cruel, Inspiras fervor a la pluma.

El ojo experto en ver lo invisible,
La muñeca de trabajo arduo e impreciso,
Y el sentimiento irremediablemente bobo,
Instrumentos irremplazables del humano que, como poeta,
Juega una y otra vez con las mentiras.

Es por eso, Poesía,
Que eres un pasatiempo infructuoso,
Una quimérica revelación del todo,
Un ambiente indecoroso sin razón.

Tales razones, amados versos,
Son los motivos irrefutables de mi ilusión:
Encontrar en mí algo de poeta,
Para engañar al corazón.

lunes, 11 de julio de 2011

Notas sobre Séneca.

Entre los múltiples tomos que mi padre heredó, de los cuales algunos aún no han sido abiertos desde su compra, encontré una colección cuyo solo título llamó poderosamente mi atención: "Los Clásicos". Aquellos tomos encuadernados en color vino, con sencillas portadas y apenas un modesto título en letras doradas hablando de su sublime contenido, fueron extraídos prontamente del librero, a fin de ser examinados. ¡Cómo me alegro de haber tenido el atrevimiento de abrirlos! Encontré una fuente inagotable de sabiduría y belleza. Las letras rusas de Gógol, Dostoievski, Púshkin; una traducción inmejorable del épico texto escrito por El Aeda, Homero: la Ilíada; un libro aún por leer, de Vasari, sobre Historia del Arte; y uno en especial que reservé para las últimas instancias, no porque presagiara momentos tediosos, sino porque su lectura y estudio requerirían especial cuidado: un compendio de tratados morales, escritos por dos maestros de la Filosofía latina, Cicerón y Séneca.

Admito que mi conocimiento de la Filosofía grecolatina es limitado. Apenas he leído a Aristóteles y Platón, así como al inmejorable Sócrates y algo de los estoicos (cuyas máximas me parecen sumamente remarcables). De modo que supuse que acometer semejante obra sin suficiente tiempo para digerirla y analizarla sería poco menos que una afrenta. Resulté estar en lo cierto. El primer escrito, bajo la obra de Cicerón, resultó ser una disertación pormenorizada en forma de diálogo en torno a la refutación de los postulados de Epicuro, que lleva en sí a un planteamiento del bien máximo. Este conjunto de razones y argumentos me llevó tiempo, pues las proposiciones distaban mucho de ser sencillas, antes su complejidad y simple hermosura resaltaban los poderosos intelectos de quienes las formularon.

Deseoso de proseguir mi breve viaje por el pensamiento latino, devoré ávidamente el primer tratado, llegando a uno que prometía bastante por su título, "De los Oficios". No obstante, ansiando empaparme en un punto de vista diferente, opté por postergar la deliciosa lectura de este - más extenso - escrito, avanzando varias páginas para al fin enfrentarme con Séneca. Hasta el momento, no encuentro razón alguna para lamentar dicha decisión.

Séneca se reveló como un maestro comprensivo, seguro de sí mismo, un hombre de letras clásico. Didáctico, mas no por ello de un nivel bajo comparado con su predecesor en el impreso; antes podía notarse el interés por compartir, el verdadero entusiasmo que denota al hombre ansioso de saber y hacer saber, de instruir e invitar a conocer, quizá de moralizar. El escrito en cuestión, marcado profundamente por los sentimientos del genio y su simpatía con el estoicismo, se titulaba "Sobre la Providencia"; dicho nombre despertó en mí sensaciones encontradas. "¿Providencia? ¿En un filósofo docto precristiano?" ¡Ah, necia pregunta del poco conocedor! La lectura de dicho tratado me resultó sumamente provechosa y reveladora.

A manera de carta a Lucilio hijo, Séneca departe sobre aquello que muchos llaman "fortuna". Evidencia sus raíces estoicas, al proponer una máxima fundamental de dicho pensamiento: "los Dioses sólo envían las desgracias a quienes son capaces de afrontarlas". Este concepto me impresionó vivamente. ¿Con qué frecuencia nosotros, humanos aquejados por una realidad adversa, nos quejamos por aquello que nos contraviene? He ahí dos de los grandes males modernos: la resignación y la sublevación negativa. Entiéndase por este último concepto la queja indiscriminada, el constante ver de la paja en el ojo ajeno ignorando la viga en el propio, la envidia del poderoso y el pudiente, sin siquiera mover un dedo para alcanzarle. La resignación, por el contrario (concepto venenosamente introducido por el cristianismo, a mi parecer, quizá en posteriores disertaciones exponga mis razones para pensar así), resulta en un espíritu débil, quebrantable y egoísta, que no se templa en los fuegos del infortunio. ¡Cuán ignorado ha sido Job en su verdadero sentido! Les muestro un hombre que no hizo más que confiar, sin haber medido sus fuerzas contra el Hado, contra el Maligno, quizá contra Dios que permitió las crueles pruebas. Debo admitir que repudio tal proceder, muy probablemente por mi marcado humanismo. Pero las cuestiones religiosas quedan para otro tiempo.

Me limito a exponer estos casos, para hacer notar que estos dos "males", como yo los considero, se oponen directamente a lo que Séneca trata en su misiva. Expone ahí ejemplos de hombres que no cejan en enfrentarse a lo que "los Dioses disponen", sean pruebas, desgracias o injurias. Cierto es que en nuestra moral actual no cabe el concepto de honor y justicia al extremo de asesinar al propio vástago para no infringir la ley que uno mismo expuso, o que no podemos en ella entender el suicidio como los antiguos lo hicieron, como Séneca expone a Sócrates al mostrarle como ejemplo de varón recto:

"¿Juzgas a Sócrates maltratado porque bebió el brebaje de la inmortalidad, disputando de la muerte hasta la misma muerte, y porque apoderándose poco a poco el frío, se encogió el vigor de las venas? ¡Cuánta más razón hay para tener envidia de éste que de aquéllos a quien se da la bebida en preciosos vasos; y a quienes el mancebo desbarbado, de cortada o ambigua virilidad, acostumbrado al ultraje, les escancia la nieve en copa de oro! Todo lo que éstos beben lo vuelven con tristeza en vómitos, tornando a gustar su misma cólera; pero aquél alegre y gustoso beberá el veneno."

Es posible que, en el presente contexto, argumentos como los que expongo no puedan ser entendidos con la misma validez que yo les imprimo para mí. No obstante, es necesario entender estas elevadas nociones para ver el por qué condeno de tan viva manera las situaciones anteriormente nombradas. Antes que temblar y medrar ante el peligro, o la sola resignación sin más consuelo que la fe, Séneca propone que la salida del hombre recto es la batalla, presentar cara a las adversidades, casi anticipándose miles de años a la pregunta del Bardo:

Whether 'tis nobler in the mind to suffer / ¿Qué será más de mente noble el sufrir
The slings and arrows of outrageous fortune / Los tiros y flechas de la fortuna embravecida
Or to take arms against a sea of troubles / O levantarse en armas contra un mar de problemas
And by opposing, end them? / Y, al oponerse, terminarlos?

Citando, claro, a mi obra favorita, Hamlet.

Es duro colocar conceptos tan fuertes en una sociedad relajada y derruida como la nuestra. Preferimos quejarnos de que todo está mal, de que las cosas van por mal camino, de que el vecino tiene más que yo. Mas, ¿cuántos siquiera movemos un dedo para evitar que el criminal prospere, que el analfabetismo prolifere, que las mentes sigan embotadas y generen más basura para los que están por venir? ¿Cuántos, despreciando su propio intelecto y fuerzas, dejan todo en las manos ciegas del porvenir, sin siquiera dignarse a ver qué desgracias les acometen? Yace aquí el porqué de esta entrada, la verdadera razón de que su diálogo me haya impuesto tan profunda meditación. Las almas forjadas en el fuego de la adversidad resultan ser pilares verdaderos de la Historia. No solamente ateniéndonos a los ejemplos estoicos que el filósofo propone (Mucio, Fabricio, Catón, Rutilio, Régulo, Sócrates), sino haciendo extensiva la búsqueda, podemos encontrar sobrados ejemplos de esta soberbia calidad humana. He ahí a Mahatma Gandhi, cuya resistencia pacífica evidenció un alma fuerte, que no huyó ante los más crueles desprecios ni las más grandes amenazas, sino que antes sonrió y volvió a su puesto de propuesta; tenemos a Giordano Bruno, poeta y pensador renacentista que encontró la muerte a manos de la Iglesia por defender las ideas propias, muy cercanas a las de Copérnico; en un tono similar, podemos rescatar a Galileo Galilei, que a pesar del acoso eclesiástico defendió sus ideas, Eppur si Muove; Nelson Mandela, encarcelado injustamente y ahora Presidente de su nación... La lista podría extenderse a grados inimaginables.

Todos ellos poseen esa cualidad humana que Séneca reconoce como grande espíritu: la falta de resignación y queja, antepuesta al valor de enfrentarse a lo que dicta la vida. Sin prescindir de la idea de la Divinidad, nuestro filósofo pone en sus manos el dispensar la buena o mala fortuna - que él no entiende así, antes expone:

"Entre Dios y los varones justos hay una cierta amistad, unida mediante la virtud: y cuando dije amistad, debiera decir una estrecha familiaridad, y aun una cierta semejanza; porque el hombre bueno se diferencia de Dios en el tiempo, siendo discípulo e imitador suyo; porque aquel magnífico padre, que no es blando exigiendo virtudes, cría con más aspereza a los buenos, como lo hacen los severos padres. Por lo cual cuando vieres que los varones justos y amados de Dios padecen trabajos y fatigas, y que caminan cuesta arriba, y que al contrario los malos están lozanos y abundantes de deleites, persuádete de que al modo que nos agrada la modestia de los hijos, y nos deleita la licencia de los esclavos nacidos en casa, y a los primeros enfrenamos con melancólico recogimiento, y en los otros alentamos la desenvoltura; así hace lo mismo Dios, no teniendo en deleites al varón bueno, de quien hace experiencias para que se haga duro, porque le prepara para sí."

Poniendo de relieve que la pobreza, la adversidad, los trabajos y desgracias, tienen el propósito de templar el alma del hombre digno. Quédense los débiles con su indolencia, pereza e inconformidad, con la esperanza egoísta de ganarse un lugar en los Cielos sin mover más que sus labios para rezar, sin ganarse el pan de los Dioses.

Creo yo que, si pudiéramos rescatar estas joyas del pensamiento humano, entenderíamos de otra manera la realidad que nos acomete. Les exhorto, lectores míos, a reflexionar un tanto sobre la falta de conocimiento que tenemos del pasado, pues otros muchos antiguos ya han contradicho a las maltrechas opiniones actuales, hedonistas y pobres de espíritu. Si en nosotros encontráramos la fuerza para permanecer en la lucha, antes que darnos por vencidos sin siquiera empezar, el mundo comenzaría a ser un lugar mejor, purgándose de sus destructivos vicios.

Dejo la siguiente dirección, por si alguien desea leer el texto completo: Sobre la Providencia.

domingo, 10 de julio de 2011

Re: Canonicemos a las putas.

Mi fascinación con las prostitutas data de mis primeros encuentros con Jaime Sabines. La imagen alegórica de las "vírgenes perpetuas" dada por la poesía, en contraste con el rechazo categórico de una sociedad hipócrita. He ahí una tragedia digna de ser laureada e inscrita en los anales de la literatura en múltiples y complejas interpretaciones. Entendamos "puta" como aquellas meretrices que estipulan su precio en el mercado de caricias. Por esta ocasión, obviemos la aún más común y vulgar acepción de la palabra, aquella mujer que desmerece al sexo con su falta de discriminación en parejas, o que descaradamente decide hacer ejercicio de su muy natural condición de abrir las piernas, en varias ocasiones con la intención de hacer detrimento de otros.

Dicho lo anterior, la apología sumamente conocida del maestro Sabines nos muestra una faceta completamente distinta de la habitual lente sobre las "putas". Nace entonces en mí ese fetiche literario por el sexo pagado, la honestidad verdadera que ellas esconden entre escotes y lencería, las viejas putas de cabaret y prostíbulo, incluso los resabios de clase y glamour que algunas de ellas conservan. Como imaginación en letras, el nicho de creación que me provee la sórdida realidad de las putas prueba ser infinito casi; una inmerecida condena social, la doble cara de su clientela y discriminación, incluso las historias individuales de cada persona dedicada al arte del amor enmascarado en dinero. Escribo a ti, ¡oh puta inmerecida!, como un ejercicio de mi respeto y tolerancia, así como una identificación de la inmensa honestidad que requieres para poner tu precio de antemano y no oponer trabas a quien te busca.

A través de la historia del arte, encontramos múltiples menciones a los escarceos con las prostitutas. No soy el primero que encuentra cierta inspiración en los fascinantes jugueteos previos a sellar el corazón y hacer un espacio en el lecho lascivo, aún cuando no siempre le sea posible a la mujer engañarse a sí misma y permita que un sentimiento se cuele en su pecho sellado al vacío. Personas ante todo, mujeres, creaciones inmejorables y objetos de deseo continuo, madres, amigas, compañía inesperada, corazones y velos de encaje y seda. ¿Qué se oculta tras tu cortina de lágrimas internas, oh puta amiga? ¿A quién puede interesarle cuanto tengas que decir? ¿Preguntarás acaso por los rincones del burdel, tratando de encontrar algo más que caricias de tedio y urgencias de entrepierna? ¿A quién, te pregunto, recurres cuando los resabios de amores mal pagados enturbian tu razón?

"En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan."

Mis palabras a ti, necesidad imperiosa.

¡Oh! Diosa de los párpados caídos,
Mirada acusadora que abrasa mi pecho,
Entregas tu custodia al primer susodicho,
En tus brazos acoges a todo el viajero
De las horas perdidas de días de Enero.
Carmín y violeta adornan tus rasgos
- Felinas promesas en tus ojos vetados
Y sonrisa invitante al cruel albedrío
De las noches en vela, del deseo frío -
Exactos, serenos, sensualidad y rezago
En los crueles impulsos del vientre inquieto.
Prostituta de lujo, mujer muestrario
De hojas y penas y accesorios de baratillo,
De gracias ajenas y resabios del olvido.

Ah, si tú mía fueses una noche
Pagando el precio de tu lecho impío
Descansaría mi alma entre tus brazos de sol.
Ahogaría la soledad en tu compañía prestada,
Sollozaría la noche en tu cuello grácil,
Entre tus piernas abiertas perdería la razón.
Rentas tu cuerpo, y sin embargo, tu alma
Cierras tras piedras, costumbre y cerrazón.
¡Cómo quisiera vencer tus hogueras,
Empaparme del fuego de tu sinrazón!
"Mujer pública", gritarían los puristas,
"Santa damisela", responde mi corazón.
Nadie entiende que consuelas con gracia,
Con solo dinero recompensando tu sudor...

Insólito.

Dos entradas en una misma noche, y en un lapso de tiempo bastante corto. Cosa distinta a lo habitual. He aquí que no puedo simplemente tragarme lo que siento en este momento, tras algunas líneas derramadas en un popular foro de Internet, caracterizado por los avatares tipo animé y las múltiples actividades que permite.


[Título: It is sad...]

...When you see that your friends have walked away. When you fall into account that you're standing all alone, waiting for somebody to notice you are still breathing. When you frequent a place where your beloved ones used to gather, and you see them still coming... But you are not there.

It is sad, and it hurts, when you know you do deserve that, and cannot do anything but smile sadly and turn back to your lonely spot.

It is sad when you write in an open space, just to be read, already knowing that what you are feeling will most probably be used for other people's amusement. And yet, doing it becomes an urgent need, for the words stuck in your throat are choking you.

It is sad writing for yourself, reading yourself, and noticing that every single word has already been spoken, because the road is narrow and the steps are none taken.

It is sad.

And just to end this...

It is sad being me.


(El ánimo y fuerzas de este momento me impiden traducir, por suerte Google siempre está a la altura. Inténtenlo si no pueden entender el idioma)

A un estado de ánimo tan patético como el que lo anterior indica, hube de añadir otro pequeño, certero golpe que había decidido olvidar, pues desde un principio de la última oportunidad, las cosas habían sido claras. ¡Feliz autoengaño, que no cesas de ser yo!


(3:41) 'Ella': Lo mande a la chigada ya definitivamente
(3:41) Yo: Merecido lo tiene.
¿Siguió con sus mamadas?
(3:41) 'Ella': Sip
(3:41) 'Ella': me dijo "Si sigues y te entrometes te quitara de mi camino temporalmente"
y le dije mira yo no soy tu &/&( juguetito que quitas y pones cuando te da tu gana
(3:42) 'Ella': y le dije y esta vez ni un correo ni una palabra NADA me hara regresar te di la oportunidad y ya no la quieres bye bye
(3:43) Yo: ¿Y piensas mantenerte fiel a eso?
(3:45) 'Ella': Sip
la verdad ya me canse
y le dije
el es una persona tan importante y me afecta tanto
TANTO
(3:45) 'Ella': y no lo merece con esa actitud no lo merece
(3:46) Yo: La verdad es que no.
Supongo que eso aplica a mí también, en ocasiones.
(3:47) 'Ella': la verdad siendo sinceros tu ya no tienes la misma importancia que tenias antes y no creo que la recuperes
(3:48) Yo: ...
Sí, tienes razón.
(3:48) 'Ella': Lo siento sabes que no se me dan las mentiras
y no me gusta engañar o ser hipocrita
(3:48) Yo: I know.
(3:48) Yo: Me lo dejaste claro.
Soy yo el que lo olvidó.
(3:48) 'Ella': Igual me gusta verte y pasar el tiempo contigo n.n


Lo cual viene a juego con lo que había escrito anteriormente. He logrado, al parecer a pulso, alejar a los que me apreciaban. Aún así, esperaba (de una manera ilusa y egoísta) conservar el aprecio original, los sentimientos que dieron pie a la relación estrecha entre verdaderos amigos... ¡Inútil bestia de ciegos ojos! ¡Lo has logrado, albricias a tu derrota! Siento muy profundamente esta pequeña nadería, justo ahora que pensé en replantearme el salir adelante, que soñé con apoyo para volver a ser yo. No sé si alguien seguirá aquí.

La verdad es que las tinieblas son tan densas, que no puedo ver más allá de mi soledad.

F5, _re-start.

Normalmente, suelo iniciar mis soliloquios con una expresión esplendorosa: me pregunto. Lo noté hace un par de segundos, cuando al dar "publicar", mi queridísimo Internet rechazó categóricamente el texto que vomité en este lugar, y me dejó con una entrada en blanco que edito en este momento. Tratando de rememorar exactamente qué palabras había dejado aquí, encontré esa curiosa característica. Creo que esto entronca directamente con el hecho de que siempre estoy cuestionándome a mí mismo, mi esencia, mis acciones, mi pasado y presente. He ahí algo de lo que tengo que aprender sobre el que escribe, junto con muchas otras cosas que he olvidado, obviado o simplemente ignorado.

El intentar de nueva cuenta, con otro espacio dentro de la vastedad del Internet, responde a varias razones que, simplemente, son variadas, e incluso algunas de ellas un tanto desconocidas. Tengo una vaga idea, y considero que obedece a necesidades que últimamente se me revelan como acuciantes: entre ellas, quizá la más ardiente, está la imperiosa y constante agonía que precede al cambio total. Nada más cruel que la autocrítica, y realmente no he salido bien parado de mi ojo avizor. Necesito con total urgencia re-estructurarme. Un F5. Un re-start.

De ahí el (quizá poco) original título de este blog, que sospecho contendrá imaginerías más descarnadas que aquellas que he ido trazando a lo largo de mi nada destacable reguero de tinta hasta el momento. En este momento crítico de mi existencia, en que me veo súbitamente arrancado de todo aquello que consideraba fundamental para mí, necesito volver a escribirme, pues viejo poema soy y mis arcaicos versos me pierden en retrúecanos de sinrazones. Ah, tergiversadas y floreadas palabras que no auguran nada bueno. Plantearme, una vez más, mis objetivos, y trazar de nuevo el camino que he de seguir. Quisiera saber quién sigue a mi lado, en quién puedo contar, y quién confiará en mí. Solamente hay una manera de saberlo: seguir caminando.

Volver a escribir... Es, quizá, la acción que implique el más grande regreso a mis raíces, a lo que soy y no puedo negar. Expresarme, dar rienda suelta a mi densa locura - que me ha asfixiado sobremanera, como la monotonía ha hecho -, y enfrentar lo que he hecho, para poder construir sobre verdaderos cimientos, no ruinas de sueños guajiros. Realismo, señores, que la fantasía implora por nosotros. He ahí, el porqué de todo esto, o más bien solo una breve introducción.

¿Les gustaría descubrir qué más hay detrás?