miércoles, 26 de septiembre de 2012

Día 1: Transterra.

Con dedicatoria a una de mis amigas más antiguas y apreciadas.

Cierro los ojos. En el silencio de mi habitación, dejo que las olas de mi pensamiento anulen los susurros de mis culpas, que un aire salado nacido de mi imaginación exhume de mis poros cada preocupación, problema y fallo. Permito que me envuelva ese viento profético, que el murmullo de las aguas haga sucumbir mis sentidos a una suave melodía de calma y paz... Siento los hilos de aire envolviendo mi cuerpo entero. Dejo de sentir el peso de mi ser; atrás se quedan las cargas de realidad, los sinsabores y fracasos, la debilidad. Soy transportado en vilo por frías manos de quietud y brisa; conozco bien el destino, un lugar nombrado de maneras distintas, al que solamente se puede entrar con el corazón curioso y la esperanza en lo desconocido.

El tiempo comienza a transcurrir de manera diferente. Sé que los eones se suceden con la vertiginosa carrera de segundos en este lugar; que las ideas fluyen, tangibles, entre personajes de fantasía; reconozco las historias que pueblan este singular mundo. Poco a poco, mis ojos se abren, tratando de acostumbrarse al destello de mil hadas contadoras de cuentos. El panorama ante mí se revela vasto y caótico, con una singular y embriagadora belleza nacida de miles de mentes. Cada sueño, ilusión y palabra llega aquí, a la tierra onírica de las leyendas.

En mi lengua, le conocemos por otro nombre. Eldréion, le llaman los nativos: cuna de Eileen la Pura. Entre los millares de nombres que posee, éste es el que yo reconozco y reclamo como mío; así como otros entendimientos y sentimientos hicieron antes de mí, y seguirán haciendo. Ella, mi guardiana, le llamó Transterra, a su vez; solo quienes osan poner un pie en este plano quimérico podrían entender su vastedad y, al mismo tiempo, el porqué todos nosotros lo sentimos nuestro y particular. Y heme aquí, de regreso tras devastadoras oleadas de crudeza y abatimiento. Estoy en mi terruño más apreciado, la zona que solo a mí pertenece, mas comparto con todos. La Ciudad Oculta bulle en excitación ante mi llegada; puedo observar la vida cotidiana permeando entre los callejones; la Fuente Roja manando su exquisito elixir, el cual refulge con tonos carmesíes bajo el Sol de media tarde; los Guardianes, el salón del Concilio, y todos los pobladores unidos bajo el estandarte de la familia Clairt. Reconozco cada detalle; a todos ellos los he pensado y descrito de alguna manera, siquiera como imágenes en mi memoria; los adivino entre los azares del tiempo presente, y siento cómo ellos me dan la bienvenida tras mi larga ausencia.

Aquí, entre las historias, recuerdo mi lugar y mi porqué. Desenfundaré mi pluma de nueva cuenta, y volveré a relatar los misterios de esta comarca que muchos otros han descrito con maestría mayor a la mía. Sin embargo, el rumor de la tinta calma mis ansiedades, y me recuerda por qué tengo que vivir aún. De modo que volveré a recorrer las intrincadas calles, saltaré los muros y volveré a conocer a los habitantes de Eldréion, de Transterra, de la Tierra Media, de Fäerun y Eberron; de la multitud de nombres que denominan a este universo singular.

2 comentarios:

  1. Esto será el épico retorno...¿qué misterios se mostrarán o qué maravillas caóticas deslumbrarán en la noche de los tiempos? se evoca en mi sensibilidad creativa la ansiedad y expectativa por estas letras...fabulosa noticia *w*!

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  2. todos tenemos un universo que siempre clama nuestra presencia, y nuestros ojos para grabar sus leyendas.... Qué bueno es que tu hayas acudido al llamado del tuyo

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