De la nada al inicio:
Un segundo
incipiente,
De la nada, al
infinito.
El vacío me reclama.
Tan parte de mí
Como lo soy de la
nada.
El tiempo no existe,
medida falsa.
La historia mil veces
contada
Sin que nadie sepa
relatarla.
Ríes en tu trono, lo
sabes, lo amas,
Arrojaste las piezas
Y escondiste el mapa.
Juegas con el viento,
Creaste sus alas;
Al príncipe en exilio
Humillaste y diste
patria.
¿Es que acaso en lo
cruel
Regocijas tus ideales
Creando lo imperfecto
A tu imagen y semejanza?
Tu sino es un fallo,
Tu piedad, una
falacia,
La misericordia es el
ruego
De quienes hundiste
en desgracia.
Pero no existes -
reclamo
A oídos sordos y
silencio;
Tenía razón el sabio
Al decir que ya has
muerto.
Tu universo derruido
Caos y verde alegría,
Es más que un
testimonio,
El desafío de tu ira;
Y en la desobediencia
pura
Hay quien escapa la
tiranía.
Títere, dados,
personaje e idea:
Azares sin gracia,
Casualidades a la
fuerza.
Pez en la ola.
Piedra en el agua
Cuyas ondas mueren
Sin tocar la esperanza.
Con líneas profanas
Grito al todo que
existo;
Supliqué por tu
auxilio
Y en cenizas quedó el
asilo
De mi cordura ya
enterrada.
Un alma. Un alma,
¡por piedad!
¡Que alguien pueda
alimentarme
Con tu legítima
propiedad!
Porque lo Eterno
comercia con espíritus,
Moneda de fácil
cambio
Aceptada en todo lo
vasto,
Pues el Hombre es
sólo un punto
En la sublime
expansión de lo oscuro.
Muerte. Dulcinea de
mis afanes
Que cumples tarea
encomendada
Sin distinguir a tus
iguales.
Ven, cierra mis ojos.
Que el sepulcro
traiga olvido;
La vida seguirá
creciendo,
El vergel volverá a manar vino,
Y quizá sobre la
lápida
Germine un simple
delirio
Que sepa escribir el
epitafio
De aquel que
insignificante se ha visto,
Quien desliza sus
dedos frágiles
Entre las páginas de
lo intacto
Anhelando encontrar al
dios
Que lo arrojó de su
mano.
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