lunes, 16 de marzo de 2015

Panegírico a lo refutable.

De la nada al inicio:
Un segundo incipiente,
De la nada, al infinito.
El vacío me reclama. Tan parte de mí
Como lo soy de la nada.
El tiempo no existe, medida falsa.
La historia mil veces contada
Sin que nadie sepa relatarla.
Ríes en tu trono, lo sabes, lo amas,
Arrojaste las piezas
Y escondiste el mapa.
Juegas con el viento,
Creaste sus alas;
Al príncipe en exilio
Humillaste y diste patria.
¿Es que acaso en lo cruel
Regocijas tus ideales
Creando lo imperfecto
A tu imagen y semejanza?
Tu sino es un fallo,
Tu piedad, una falacia,
La misericordia es el ruego
De quienes hundiste en desgracia.
Pero no existes - reclamo
A oídos sordos y silencio;
Tenía razón el sabio
Al decir que ya has muerto.
Tu universo derruido
Caos y verde alegría,
Es más que un testimonio,
El desafío de tu ira;
Y en la desobediencia pura
Hay quien escapa la tiranía.
Títere, dados, personaje e idea:
Azares sin gracia,
Casualidades a la fuerza.
Pez en la ola.
Piedra en el agua
Cuyas ondas mueren
Sin tocar la esperanza.
Con líneas profanas
Grito al todo que existo;
Supliqué por tu auxilio
Y en cenizas quedó el asilo
De mi cordura ya enterrada.
Un alma. Un alma, ¡por piedad!
¡Que alguien pueda alimentarme
Con tu legítima propiedad!
Porque lo Eterno comercia con espíritus,
Moneda de fácil cambio
Aceptada en todo lo vasto,
Pues el Hombre es sólo un punto
En la sublime expansión de lo oscuro.
Muerte. Dulcinea de mis afanes
Que cumples tarea encomendada
Sin distinguir a tus iguales.
Ven, cierra mis ojos.
Que el sepulcro traiga olvido;
La vida seguirá creciendo,
El vergel volverá a manar vino,
Y quizá sobre la lápida
Germine un simple delirio
Que sepa escribir el epitafio
De aquel que insignificante se ha visto,
Quien desliza sus dedos frágiles
Entre las páginas de lo intacto
Anhelando encontrar al dios
Que lo arrojó de su mano.

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